Si no te detienes, se descompone el motor
Imagínate que acabas de comprar un auto nuevo.
En el proceso, te pasó lo siguiente:
Te atendieron muy bien al llegar a la agencia.
Te asignaron con un vendedor experto en el tema.
Fuiste asesorado de manera muy completa sobre los beneficios que tiene el automóvil que querías.
Te mostraron diferentes versiones con varios tipos de equipamiento, para ajustarte al que mejor se sujetara a tus deseos.
Te ofrecieron diferentes opciones de financiamiento, algunas directas con la marca del automóvil y otras con bancos u otras instituciones financieras.
Escogiste el color que más te gustó.
Esperaste a que llegara a la agencia.
Y por fin… llegó el día en que llegaste a recogerlo.
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Ese día llevaste a tu familia a recogerlo, te estaba esperando el vendedor con un regalo (te regalaron incluso una botella de vino para hacer el recuerdo más agradable), te tomaron una fotografía con el vehículo portando un moño rojo grande, y por fin te entregaron las llaves.
Pero no sólo eso… junto con las llaves, te dieron un “librito” muy importante… el registro de mantenimiento del vehículo.
En él, se indica de una manera muy clara, la periodicidad en que debías de llevar al vehículo al taller, ya sea por tiempo o por kilometraje recorrido.
En cada uno de esos mantenimientos, se le realizan diferentes cosas al vehículo: desde unas revisiones sencillas, hasta cambios de aceite, filtros o piezas mecánicas, dependiendo del servicio.
Te indicaron que tu nueva adquisición tiene algo que se llama “garantía” por una cierta cantidad de años. Si le falla algo, puedes regresarlo a la agencia para que te lo arreglen sin costo alguno, durante ese periodo de tiempo… pero lleva una condición: TIENES que llevar el vehículo al taller de la agencia, de acuerdo a lo que se te indica en el registro de mantenimiento. De esa manera, la marca se asegurará que has hecho lo necesario para conservar en buenas condiciones el auto, para que se pueda conservar esa garantía.
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Si todo esto suena tan lógico para un automóvil, es porque así es: necesitamos darle mantenimiento a la máquina en sus debidos tiempos, de lo contrario fallará.
¿Qué pasaría si decides usar el auto de forma continua, sin parar, desde que sale de la agencia, sólo poniéndole gasolina cada que se le termina? ¿Te imaginas lo que pasaría a los 20mil, 30mil o 50mil kilómetros con ese motor si nunca se le presta atención a darle sus mantenimientos? Seguramente fallará y quedará inservible.
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Lo mismo pasa con nuestra “maquinaria” personal, es decir nuestro cuerpo.
Si no le damos suficiente descanso, tarde o temprano va a fallar, y nos “cobrará la factura” de forma nada agradable.
Como dice el dicho: “incluso la música, sin pausas, es ruido”.
Ahora que estamos terminando el año 2022 vale la pena reflexionar en la importancia que tiene darnos las pausas adecuadas. Estar con la familia, con los amigos, e inclusive disfrutar de nuestros tiempos a solas, son importantes para recargar baterías y regresar a nuestras actividades con mayor energía.
También las pausas sirven para pensar en lo que estamos haciendo, en nuevas ideas por aplicar a futuro, porque de eso está hecha la vida: de sorprendernos día a día con lo nuevo que podemos hacer, intentando continuamente para mantenernos activos.
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Y qué mejor manera de adquirir nuevas ideas que acudiendo a los eventos líderes de cada industria: exposiciones, congresos o convenciones. En todas ellas, además de aprender de la actualidad de los temas profesionales, también conocemos personas líderes en su industria, y aprovechamos para generar conexiones de gran valor.
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