¿Quieres conocer la personalidad de alguien? Dale poder
No es el dinero, sino el poder, el elemento que realmente saca a relucir la personalidad de alguien.
¿Recuerdas la película mexicana “El Infierno”?
La trama principal está alrededor de el “Benny”. Este personaje fue deportado de los Estados Unidos, teniendo que regresar a su pueblo natal en México, después de años de estar fuera.
Al llegar a su pueblo, se da cuenta que no tiene otra opción que entrar al mundo del narcotráfico para poder ganar dinero.
El detalle es que cuando el Benny comenzó a tener poder, por el rol que comenzó a jugar dentro de la organización criminal en la que estaba, también le empezó a cambiar la personalidad: de ser una persona amable, tímida y bonachona, cambió a tenerse que adaptar al tipo de actitudes de las personas que tenía alrededor: violenta, déspota y otras características no muy agradables, por decir lo menos.
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Otro ejemplo de cómo podemos comprobar esta teoría, lo viví cuando estaba joven. Justo a los 18 años.
En México, teníamos por obligación sacar la cartilla militar todos los hombres al llegar a esa edad. Inclusive, no te daban la renovación de tu pasaporte si no entregabas la “cartilla militar liberada”.
La idea era que algunos jóvenes hacían el servicio militar durante un año, de los 18 a los 19 años, pero la mayoría teníamos que hacer solamente el trámite de ir a la región militar que nos tocara, tomarnos la foto para la cartilla, ir a un sorteo y si escuchabas que te tocaba en una tómbola la “bola negra” , no había necesidad de hacer el servicio militar. Teníamos que ir después a recoger la cartilla “liberada”, y con ello cumplir ese requisito por parte de nuestro gobierno.
Lo que me pasó en ese trámite ya lo había olvidado, pero en una plática que tuve con un muy buen amigo con quien me tocó ir hace muchos años a ese lugar, me lo recordó:
Cuando llegamos, estaba en el lugar un militar en especial que parecía ser el encargado del lugar.
Esta persona se portaba de forma déspota con todos los que íbamos a realizar el trámite, burlándose de cualquiera con motivos que él se inventaba.
En ese momento, para nosotros era una persona con poder, el encargado de los militares en ese trámite. No había manera de contrariarlo y se aprovechaba de esa posición para maltratar a todo el que se le antojara.
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He aquí un ejemplo de cómo un poco de poder puede cambiar a alguien: estábamos frente a una persona a la que le calculo que tenía entre 40 y 50 años, sintiéndose muy poderoso burlándose de jóvenes de 18 años…
Ahora que platiqué con mi amigo me di cuenta al recordar esa anécdota, cómo un poco de poder puede hacer que la verdadera personalidad de alguien se manifieste.
¿Te imaginas lo que podría hacer una persona como esas en una posición real de poder? Y no hablo de estar al frente de jóvenes de 18 años dando órdenes, sino en un lugar con la responsabilidad de poder afectar la vida de muchas personas: en una empresa, en un gobierno, en una asociación.
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Cuando tengamos la oportunidad de tener una responsabilidad que nos implique un “poder” sobre otras personas, tengamos la sabiduría de estar conscientes de cómo aplicarlo, sin afectar a los demás.
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