Nuestro propósito en la vida profesional
Decía el psicólogo Carl Jung lo siguiente:
“La vocación es un factor irracional que nos destina a separarnos de la manada”.
Cuando leí esto, me dejó pensando.
¿Qué tan racionales o irracionales somos al escoger nuestro camino en la vida profesional?
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Pensemos un poco:
Te pido que te sitúes en la posición de una persona que tiene la oportunidad de estudiar, y que además tiene el privilegio de poder estudiar la universidad.
Una de las decisiones más importantes de la vida de esa persona, es escoger una carrera profesional. Un plan de estudios que dura al menos entre cuatro y cinco años (o mucho más en ciertas carreras).
¿Cuándo es el momento en que toma esa decisión tan fundamental en su vida?
Nada más y nada menos… que cuando tiene entre 18 y 20 años de edad.
¿Increíble, no?
Una de las decisiones más importantes de la vida, la tomamos a una edad tan temprana.
Por ello, no es poco común que muchos estudiantes deseen cambiar de carrera a la mitad del ciclo educativo, o que si llegan a terminarla, trabajen en áreas que no tienen nada qué ver con la carrera que estudiaron.
Desde mi punto de vista, esto viene desde la manera en que estamos acostumbrados a el sistema educativo en México.
En mi caso por ejemplo, recuerdo haber estudiado en grupos de alumnos bastante numerosos (de 40 a 50 aproximadamente en primaria, secundaria y preparatoria), y debido a ello, es muy difícil personalizar la educación.
Cada uno de nosotros cuenta con diferentes capacidades y fortalezas, que se deben encasillar en un plan de estudios estandarizado para todos, sin importar si eres más apto para la escritura, las matemáticas, la lectura, los deportes, las artes, o alguna otra área.
Nos enfocan a tratar de mejorar las áreas en las que no somos buenos, en lugar de potenciar las fortalezas en las áreas que sí dominamos, dejando un lado las que no.
De eso se trata la vocación: encontrar aquello que nos gusta hacer, después de probar muchas cosas que quizás no nos sean tan agradables. Es así como nos podemos dar cuenta de lo que sí somos buenos: hacer, hacer, hacer, hasta encontrar nuestras mejores habilidades y fortalezas.
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Una manera en la que podemos detectar conocimientos que nos interese adquirir en nuestra vida, es asistiendo a exposiciones, congresos y convenciones de las áreas que nos gustaría aprender.
Si no sabes por dónde empezar, déjanos tus datos y te vamos a ayudar a detectarlos para que puedas participar en ellos: