A mi hijo le gusta mucho jugar ajedrez.
Él tiene 10 años de edad, y comenzó a llamarle la atención aproximadamente hace unos cuatro años… antes de la etapa de pandemia.
En aquel entonces, comencé a inscribirlo a torneos para que fuera compitiendo.
No sabía que había tanta afición entre los niños… me sorprendió llegar a torneos con más de 100 niños participando, a veces incluso más de 200. Al no estar yo involucrado anteriormente en esa actividad, no tenía ni idea de qué tanto alcance tiene el ajedrez.
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En estos torneos, las clasificaciones han estado de la siguiente manera:
Primaria menor.
Primaria mayor.
Secundaria.
Categoría libre.
Por la edad en la que comenzó a jugar mi hijo, entraba en la categoría de “Primaria menor”. En alguno de esos torneos llegó a sacar tercer lugar entre los participantes de su categoría, y digamos que ya tenía un cierto nivel bastante competitivo para su edad.
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Llegó la pandemia y se suspendieron los torneos presenciales… Comenzó a participar en algún torneo virtual pero esa dinámica no le gustó… perdió interés porque la manera virtual no le llamaba mucho la atención, por lo que desde el año 2020 no participó ya en más torneos.
En este año me pidió poder regresar a jugar en torneos, y entró en una liga de una academia con prestigio aquí en Monterrey, llamada Chess Academy.
Por su edad, ya le tocó entrar en la categoría de “Primaria Mayor”, siendo él de los más pequeños de la categoría.
Y entonces comenzó a experimentar algo que él no había tenido antes: frustración…
Te platico:
Esta liga de Chess Academy consta de cuatro torneos, uno cada mes, en el que se juntan más de 160 niños por fecha y se juegan partidas para llegar a un ganador absoluto del día del torneo.
A pesar de que mi hijo estuvo practicando mucho durante días y semanas antes del primer torneo, se notó que llegó “desencanchado” como se dice en el fútbol… De seis partidas que hay en cada fecha, en el primer torneo ganó tres y perdió las otras tres.
Pero lo más interesante no era el resultado en sí, sino lo que él experimentaba cada que perdía… se le veía un sentimiento de impotencia debido a que él en su mente tenía la oportunidad de ganar y se recriminaba a sí mismo por errores sencillos a su parecer, y que a la postre le provocaban las derrotas que tuvo.
Platiqué con él al final de ese primer torneo, y trababa de hacerle ver lo importante que era que se conociera debido a las reacciones que tenía cuando perdía… que esos sentimientos que tenía eran muy importantes para seguirse conociendo a sí mismo, y saber cómo reaccionar no sólo durante una partida sino después de un resultado adverso.
En el segundo torneo pasó algo similar…. perdió las tres primeras partidas con su consecuente sentimiento de frustración y enojo en cada una, pero luego sucedió algo diferente: después de la tercer partida se relajó completamente… y fue ahí que ganó las otras tres de manera hasta rápida y sencilla.
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Esto es lo importante del deporte, ya sea físico o mental: nos ayuda a saber cómo lidiar con nuestra personalidad, con nuestras emociones, y sin duda nos ayuda a crecer.
De hecho, tuve la oportunidad de platicar en Mundo Expo con Víctor Aguilar, fundador de Chess Academy, en uno de los primeros episodios.
Aquí te comparto lo que platiqué con él, seguro descubrirás así como yo, cosas muy interesantes de este mundo del ajedrez:
Buena historia estimado tocayo, las derrotas dan temple para tener la calma y disfrutar las actividades, !bien por ti hijo! Espero conocer pronto , saludos