La Final
El viernes pasado, tuve una gran experiencia en mi vida como papá: mi hijo Santiago, de 10 años, jugó su primera final de fútbol.
Y este hecho no me mueve solamente por el tema deportivo, que es sin duda importante, sino por lo que estoy viendo que el deporte está haciendo con mi hijo en su experiencia personal… te platico un poco cómo llegamos hasta aquí y por qué me dio tanto gusto vivir esta experiencia:
Mi hijo entró primero a fútbol en su escuela creo que cuando tenía 5 o 6 años…
Después de unos cuantos meses, nos comentó a su mamá y a mí que en realidad no le gustaba tanto el fútbol y que no quería continuar con este deporte…
A mí me gusta el fútbol, pero entendí perfectamente que cada uno de nosotros tiene gustos diferentes y no quise presionar de ninguna manera a mi hijo…
En esos mismos años, dado que el fútbol no le gusta tanto, pero al preguntarle sus tíos y amigos a qué equipo le va, él dijo que a los Rayados de Monterrey.
Yo le voy a las Chivas de Guadalajara, pero como vivimos en Monterrey, él optó por responder eso, ya que varios de sus amigos y tíos son aficionados de ese equipo y se le hizo fácil responder así. En realidad se veía que lo hizo más por “cumplir” con ser aficionado de algún equipo, pero en realidad no veía los partidos ni nada similar.
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Pasaron los años, su actividad favorita fue el ajedrez… Ha entrado a diferentes torneos y se ha hecho bueno en ese deporte mental… Se nota que le ha gustado, y en cuanto a deportes comenzó a realizar otras cosas… Siempre ha sido un niño muy activo y nunca le ha faltado actividad física, aunque no se había aficionado a algún deporte en particular además del ajedrez.
Hasta este año 2023, que pasó algo muy curioso… déjame platicarte:
En enero, sin que yo haya identificado alguna razón en particular, me dijo:
“Papá… quiero comenzar a entrenar fútbol en mi escuela”.
Eso me dio muchísimo gusto… no sólo porque a mí también me gusta el fútbol, sino porque sé lo que entrenar un deporte de conjunto ayuda a formar en una persona:
Compañerismo en deporte.
Tolerancia a la frustración.
Habilidad física.
Amistad con los compañeros de equipo.
Aprender a ganar,.
Aprender a perder.
Coordinación mental - física.
Y en general… una actividad que ayuda a generar felicidad.
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Al inicio, no me hice de muchas esperanzas en que continuaría por mucho tiempo, dado el antecedente que tenía de varios años antes… Cabe señalar que ahora en este segundo intento, ya está en una escuela diferente a donde entrenó la primera vez. No sé si influiría, pero era un factor a considerar.
Después de entrenar durante varias semanas, me metieron en un chat de Whatsapp donde se estaban organizando para realizar juegos con el equipo oficial de su escuela en la generación que le corresponde (generación 2012), y comenzó una nueva etapa: participar en partidos representando a su escuela.
Y por si fuera poco, un día de esos me dijo:
“Papá… ahora que me gusta más el fútbol, creo que mi equipo no son los Rayados… son las Chivas de Guadalajara, como tú”
No me lo podía creer… nunca le inculqué el irle a las Chivas, y de él salió decirme eso… Supongo que es una manera de conexión padre-hijo que surgió más por parte de él que de mí… Obviamente me dio mucho gusto que me lo dijera e inmediatamente le compré su primera playera oficial de su nuevo equipo: Las Chivas.
Por si fuera poco, tuve la oportunidad de ir de viaje a Guadalajara en las vacaciones de Semana Santa a principios del mes de abril, y lo llevé al estadio AKRON, casa de las Chivas. Nuestro equipo ganó y la pasamos muy bien… fue una muy buena experiencia para los dos.
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Volvamos al desempeño con su equipo:
Obviamente mi hijo tiene un “handicap en contra” en comparación con sus compañeros… ellos ya llevan años jugando y mi hijo ha tardado en ponerse al nivel en cosas como el control de balón, situarse bien en la cancha, etc… pero veo cómo le pone mucho empeño por hacer su mejor esfuerzo y seguir las instrucciones del entrenador. Está jugando como defensa y realmente está jugando cada vez mejor.
Empezaron el torneo perdiendo sus dos primeros partidos por goleada: 8-1 y 7-3 si mal no recuerdo… pero lo importante es que siguieron entrenando y jugando.
Fue como a mitad de temporada que comenzaron a ganar… siguieron ganando y lo mejor pasó la semana pasada:
Comenzaba la liguilla del torneo (la etapa final), y en una sola semana jugaron:
Repechaje (ganaron).
Cuartos de final (ganaron).
Semifinal (¡ganaron también!).
Los ánimos estaban por los cielos… ¡habían llegado a la final! Y en su primer torneo.
Llegó ayer el día del partido final, y desde que íbamos en el auto le preguntaba a mi hijo por sus sensaciones: él sentía ansiedad… nerviosismo… mariposas en el estómago… Ese sentimiento no se puede replicar tan fácilmente, a menos que estés en ese tipo de situación.
Llegaron al partido, y aunque desgraciadamente perdieron 3-0 ante un equipo sin duda mucho mejor que el de mi hijo, fue una gran experiencia.
Los organizadores del torneo habían instalado una tarima con sonido, se les festejó el subcampeonato también y se llevaron medallas y trofeo…
Aunque varios de los niños estaban tristes al terminar el partido (incluso llorando), esta experiencia es importantísima para su desarrollo…
Además, el deporte siempre da revanchas… estoy seguro que estarán pronto en este tipo de instancias de nuevo.
Para esto es la vida cuando uno tiene hijos… para atestiguar cómo ellos se van desarrollando, y estar ahí para lo que necesiten. Ser un soporte para cuando lo requieran , y sólo ser testigos de cómo van creciendo.
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