El cuento del abuelo, el niño y el burro
Cuando estaba en la escuela primaria, recuerdo que había un cuento que aparecía en uno de los libros de texto.
El cuento se llamaba: “El Abuelo, el Niño y el Burro”, y según recuerdo, iba más o menos así:
En un pueblo, había un señor que tenía un burro, y estaba caminando con su nieto encima del animal.
Se cruzaron con unas personas en el camino, y al pasar frente a ellas escucharon que comentaron lo siguiente:
Mira qué desconsiderado ese niño… debería dejar el lugar a su abuelo para que él vaya arriba del burro. El señor se ve de avanzada edad y sería mejor que él fuera arriba, y no el niño.
Acto seguido, el abuelo bajó al niño para que caminara, y él se montó en el burro.
Después de unos minutos, encontraron a otras personas que al verlos, comentaron:
¡Qué desconsiderado señor! El niño va caminando, es pequeño y seguramente ya va cansado. Sus pasos son pequeños y debe hacer un gran esfuerzo para ir al paso del burro. Debería cederle su lugar para ir encima del burro.
El señor decidió subir junto con él al niño, y siguieron caminando, ambos encima del burro.
Posteriormente encontraron a otros paseantes, quienes al verlos comenzaron a comentar entre ellos:
¡Pero qué inconsciencia de este señor y su nieto! ¿No ven el esfuerzo que está haciendo el burro? Si siguen así lo van a lastimar o ¡hasta a matar! No puede ser que no se den cuenta del maltrato que le dan al animal…
El abuelo los escuchó y decidió bajarse del burro, además de bajar a su nieto, para caminar ambos a la par del burro, y siguieron su camino.
No pasaron muchos minutos cuando coincidieron con otros paseantes, quienes al verlos caminar a ambos al lado del burro, comentaron entre ellos:
Mira nada más la tontería que estamos presenciando… ¿crees posible que ni el burro ni el niño se hayan montado en el burro para no cansarse? Es increíble que al contar con un animal de carga, no lo estén aprovechando. ¿Para qué lo tienen entonces? Mejor que lo vendan.
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Como podemos ver, en muchas ocasiones los demás van a opinar sobre lo que hacemos, en muchas ocasiones sin saber el contexto y haciéndolo desde su propia óptica.
Es muy importante estar seguros de las decisiones que tomamos, y no nos distraigamos debido a opiniones externas de gente a quienes no se las hemos pedido.
Si cambiamos nuestras acciones por tratar de complacer a la gente alrededor, puedes estar seguro que te encontrarás en una espiral sin límite, ya que nunca terminaremos de complacer a todo mundo.
Si nos equivocamos no importa, serán enseñanzas que nos ayudarán a crecer y aprender formas mejores de hacer las cosas. Si no ganamos, aprendemos.
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