El comportamiento de mi perro ante animales que no conoce
Tengo un perro de un poco menos de dos años de edad llamado Spark.
Como le llamaban mis abuelos cuando yo era pequeño, es un perro “eléctrico”, es decir, salió de una cruza de “corriente con corriente”.
Lo adopté en abril del año pasado mediante una página de adopciones, que me hizo pensar como en un “market place” de perros en adopción. Varias personas que realizan esta noble labor de rescatar perros con esfuerzos individuales, publican en esa página los perros que han rescatado de la calle y que ponen a disposición de quien desee adoptarlos.
En esos días de abril revisé la página, y me encontré que en una casa en una zona de Monterrey llamada La Huasteca (en el municipio de Santa Catarina, saliendo rumbo a Saltillo), había una camada de perritos que estaban dando en adopción.
Llegado el fin de semana, nos embarcamos en la nueva aventura de mascota mis hijos, su mamá y yo.
Llegamos a la casa y resultó que es propiedad de un abogado importante, quien por gusto se dedica a rescatar perros abandonados en la Huasteca antes de que mueran de hambre, de sed , de frío o por el enfrentamiento con algún animal peligroso. Nos platicó que rescató a una perra que estaba cerca de la entrada de La Huasteca. La estaban pateando e intervino para llevársela, descubriendo después que estaba esperando perritos.
La atendieron él y el equipo de gente que le ayuda en esa casa, y unas semanas después la perra tuvo a los perritos.
Cuando entramos a la casa, vinieron los perritos a encontrarnos pero uno de ellos nos pareció que llegó a nuestro encuentro más rápidamente, y sobra decir que fue el que nos escogió, en vez de que nosotros lo escogiéramos.
Es un perro muy alegre, delgado, corre como endemoniado y no he visto otro perro qu le pueda ganar. Le gustaba mucho jugar con otros perros en el jardín de la colonia donde vivo, incluso vi que hizo “amistades” con muchos de ellos.
Sin embargo, como creo que pasa con nosotros los humanos, conforme fue pasando el tiempo, me fui dando cuenta que Spark comenzó a no ser ya tan amable con otros perros que no conocía. Ahora, cuando apenas los conoce su primera reacción es ladrarles, y es hasta un tiempo después que convive con ellos que ya toma confianza y se pone a jugar.
Incluso ya tuvimos una experiencia desagradable con una vecina cuyo perro tuvo un intercambio de ladridos con el mío, sin llegar a mayor cosa, pero la dueña se comportó como si mi perro fuera un animal rabioso enardecido… creo que exageró un poco ante la reacción inicial de mi perro.
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Esta forma de ser de mi perro, me llevó a pensar cómo nosotros como personas, podemos también formar corazas que nos “protegen” ante nuevas experiencias.
A veces no tenemos la suficiente confianza cuando conocemos recién a una persona (sea cliente, proveedor, aliado o colaborador).
Necesitamos una serie de experiencias positivas con esa persona para poco a poco brindarle mayor confianza.
Es ahí cuando veo que una exposición, congreso o convención nos sirve mucho para acelerar ese proceso de confianza. En ese tipo de eventos nos encontramos en un entorno seguro, en el que nuestras marcas y empresas son validadas ante los ojos de posibles nuevos contactos.
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