Cuando no vemos el obstáculo que tenemos en nuestras narices
Yo soy lo que ahora se denomina una “morning person”.
Desde hace muchos años, me gusta levantarme temprano, es cuando aprovecho más el tiempo y me siento más productivo.
Hace tiempo, sobre todo antes de tener hijos, me gustaba ir a hacer ejercicio muy temprano… Ahora que la rutina de la mañana incluye llevarlos a la escuela, ya no me es tan fácil hacer ejercicio temprano, por lo que muy a mi pesar cambié la rutina para ir por las tardes o en la noche.
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Ese horario no me gusta tanto porque si en alguna ocasión surge algún problema en el trabajo, o se requiere ver algún asunto con un cliente, hay mucha mayor posibilidad de que tenga que cancelar la sesión de ejercicios de ese día. Procuro no fallar, pero siempre hay posibilidad de que surjan imprevistos en esos horarios.
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Ahora te voy a platicar algo que me sucedió al ir a hacer ejercicio, y me puso a reflexionar un poco:
Los fines de semana (sábado o domingo) aprovecho para ir por la mañana en vez de en la tarde. Hace unos días, al ir el sábado en la mañana al gimnasio, me fijé que sucedía algo en la ventana del lugar: había una “palomilla” (insecto volador de color café, un poco más pequeño que una mariposa) que intentaba salir hacia el exterior del gimnasio, volando frente a una ventana que le impedía el paso.
La palomilla chocaba una, y otra, y otra, y otra, y otra vez…
De repente, se detenía en una pared junto a la ventana, como si tomara aire o descansara un poco ante tanto esfuerzo, para luego seguir su inútil tarea tratando de pasar por medio de un cristal que ella no se daba cuenta que existía.
Estuve casi media hora en esa sección del gimnasio y la escena se repetía una y otra vez: la palomilla chocando en el cristal, imposibilitada de salir, sin darse cuenta que nunca iba a lograr salir por ese lugar.
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¿Cuántas veces hemos estado en una situación similar?
¿En cuántas ocasiones estaremos chocando ante muros invisibles, tratando de pasar por un lugar en el que no podremos hacerlo?
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Hace unos días escuché la diferencia entre la palabra “necio” y “persistente”:
El persistente es quien logra un objetivo después de mucho intentarlo.
El necio quizás le ha puesto la misma cantidad de intentos que el persistente, con la diferencia que no ha tenido éxito.
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Tengamos los ojos bien abiertos para identificar cuando estamos siendo demasiado “necios”, descubramos nuevas formas de hacer las cosas cuando no estamos logrando nuestros objetivos.
De esta manera, podremos avanzar, en vez de ser como la palomilla que no se daba cuenta de la barrera que tenía enfrente de sus narices.
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