Cómo vamos perdiendo la capacidad de aceptación de cosas nuevas
Estoy comenzando a leer un libro llamado “El Mundo de Sofía”, de un autor noruego llamado Jostein Gaarder.
No sé qué te haga pensar el título, pero el libro es una novela sobre la historia de la filosofía.
Lo escuché mencionar como una buena manera de acercarnos al tema, por lo que lo compré y lo estoy comenzando a leer.
El nombre de Sofía, de hecho hace relación con la “FiloSofía”, y de ahí el título del libro…
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En uno de los primeros capítulos, el narrador cuenta una historia, para hacernos ver cómo vamos perdiendo nuestra capacidad de aceptar cosas que se salgan de la supuesta “normalidad” en nuestra vida.
El autor menciona la hipotética situación en la que está una pareja de esposos con un niño pequeño, de 2 o 3 años en su casa.
La mamá está preparando la cena en la cocina, mientras que en el comedor está el papá con su hijo, platicando y jugando.
De repente, el papá comienza a flotar por en medio del comedor, ante la mirada de su hijo pequeño.
Debido a que para ese niño de dos o tres años, casi a diario le están sucediendo cosas nuevas, que experimenta por primera vez, no le es particularmente sorprendente que su papá pueda volar… Efectivamente lo señala y se ríe, como pasaría si viera cantar a un pájaro o ladrar a un perro. Para él todo es nuevo, y si su papá vuela o si el gato del vecino cruza por la ventana, quizás le significa la misma reacción.
¿Pero qué pasa cuando la mamá sale de la cocina para traerle la cena a su esposo y a su hijo?
Cuando ve que su esposo está volando arriba del comedor, grita con una sorpresa y miedo incontrolables, arroja al piso la cena que traía preparada, toma a su hijo del piso donde estaba jugando y sale despavorida del lugar.
¿Consideramos que su reacción fue correcta? Seguramente sí…
Y esto lo juzgamos así porque seguramente sería lo mismo que hubiéramos hecho nosotros.
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Conforme pasa el tiempo, nos vamos formando ideas en nuestra mente que nos ayudan a darle sentido al mundo. Nos ayudan a comprender las reglas básicas de cómo debemos comportarnos y cómo debemos de ver el mundo.
Pero también, esos “filtros” de repente nos estorban para ver un poco más allá.
Es como los caballos lecheros, que tienen unos tipos de bloqueos visuales que se ponen a los lados de sus ojos para que no aparten la vista del camino, y no puedan ver hacia otras partes.
Mientras más conscientes seamos de esos filtros, más podremos explorar otros tipos de ideas que a la larga nos ayuden a innovar en nuestra vida. No sólo en nuestra vida personal, sino también en la profesional.
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